lunes, 12 de julio de 2010

Todos somos vasijas agrietadas

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de sus hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, por donde perdía lentamente parte de su contenido, mientras que la otra era perfec­ta y por ello conservaba toda el agua hasta el final del largo cami­no a pie, desde el arroyo hasta la casa del aguador, pero cuando llegaban, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde lue­go la vasija sana estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la po­bre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imper­fección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Entonces, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir".
El aguador, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino".
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grie­tas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde vas y todos los días las has rega­do; y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas... Todos somos en algún aspecto como esa vasija agrietada, pero debemos tener pre­sente que siempre existirá la posibilidad de aprovechar nuestras propias "limitaciones" para que, en vez de sufrirlas, logremos sa­car de ellas el mejor provecho, y que si allí están... quizás para algo sean...

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
 2 Corintios 12:9

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